EL ERE
Llegó a casa con el rostro demudado, el paso cansino y los ojos húmedos. Cuando Elisa intentó escudriñar su mirada, la encontró huidiza, sombría. Cabizbajo, José exhaló un fuerte suspiro y se desplomó en el sillón como si una invisible bala le hubiese herido de muerte. – ………..me han despedido- musitó con una voz ronca...