EL TELEGRAMA QUE NO ERA URGENTE
Subo la calle Altozano arrastrando el carrito, con la camisa amarilla harta de mosquitos y empapada a la altura de las axilas por la tormenta que se está cociendo. El bochorno resulta insoportable. Marina se asoma a la puerta, la doce, a ver si hoy hay suerte. Le niego con la cabeza y un...