LA REINA Y EL GOLFO
Golfo cambiaba el peso de su cuerpo de una pierna a la otra mientras escudriñaba la calle con su melena enredada y su desparpajo habitual. Llevaba diez minutos en aquella esquina, ocupada con muebles viejos y sin farolas; acostumbrado a disfrutar de cada día como venía, esperar se le daba mal. Nunca había tenido que...