Carta a un nieto
Mi vida transcurría tranquila, a pesar de todo, porque la desazón que me asolaba era interior, personalísima. Tenía, podría decirse, un problema que me acechaba durante todo el día y aún por la noche. Incluso en sueños revivía el asunto. No es que sea algo malo, más bien lo considero un portento, y a medida...