La Octava Vida
El Hidalgo anciano balanceaba su mecedora, el sonido del agua del grifo fluía por toda la casa, pues nadie se atrevía a decir nada, ni el anciano ni su hija que lavaba los platos, pero su nieta, alejada del terreno asolador que se presentaba, estaba en el patio jugando. -¿Entonces ya tienes el testamento?- Preguntó...