Cambio «amores» por sabores.
Era una tarde de primavera en Madrid. Mi novio me esperaba en una plaza cualquiera. Teníamos pendiente una comida que evitábamos desde hacía ya algún tiempo. Al llegar, él estaba sentado sobre una mesa, como un florero. La mesa estaba puesta, y sobre ella algunos platos rotos y otros vacíos; símbolo del olvido y de...