LLUVIA DE PERSEIDAS

LLUVIA DE PERSEIDAS

Fran Nore

23/04/2017

Me acoge el deseo de su piel, la robustez de su mirada fijada en la noche, sus labios carnosos y relajados, sus ojos brillantes, tal vez acuosos diamantinos, inesperados en el paisaje que vemos, la folclórica cabellera lisa y arrojada a su espalda mojada por la escarcha nocturna, su silueta real tacto de mi distancia a poco de adherirse entre mis brazos, su olor a hierbas y a flores palpitantes en medio de claroscuros y luares, su serenidad de hada hipnotizante, me acoge la máxima dulzura de su frescor de hembra nacida del poder de los elementos más nobles y creacionales, mientras la luz de la luna nos embarga de amoríos, sentados en la banca del parque.

La luz de la luna excita. Y el poder de los montes absorbe los pensamientos de las criaturas. Seamos esas criaturas que se sumergen en el maremágnum de las probabilidades sensitivas. Y démonos un beso.

Cruza el cielo la lluvia de Perseidas, la estampida de astros fulgura entre sus ojos de diamante translucido. Inmóviles, proyectamos las miradas al cielo enaltecido. Sólo el silencio nos comunica una atmósfera cósmica y terrícola. Ella respira, su respiración es tranquila como una miríada de vientecillo escapado de una playa abandonada. Solos, sentados en la banca del parque.

-Quiero pedirte un beso.

Se sonríe.

– Un beso no se pide… se da…

Y se acerca más sutilmente a mi boca y me da un beso apasionado, caramelo que siento extasiado y danzo con las Perseidas.

Y ella se embelesa, se alegra más su naturaleza perfumada de hojas y raíces, de tallos y pétalos, de briznas y pelusas colorinas, de pepas y escarlinas, al ver mi cara emocionada con una sonrisa extendida, y al ver caer formas destellantes y cuerpos celestes que en la soledad de las montañas se transforman en siluetas de seres humanos con los poderes telepáticos de los destellos de las estrellas en fiesta.

Una música exoplanetaria nos alumbra.

– Quiero otro beso.

Y ella se sonríe. El Cosmos la transforma en estrella, en supernova, en cometa milenaria, en irrigación de luz estelar que me baña.

Nuestro amor soporta todas las precipitaciones del Universo.

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