Se despertaba inspirada en cuentos, desayunaba creyendo en hadas, se vestía como una princesa, cantaba a pleno plumón. Las tardes eran laberintos de sueños y las noches su mejor poesía.

Era todo o nada, un terremoto con sentimientos a flor de piel, con abrazos que envolvían todos mis días. Las mayores alegrías eran transmitidas en papel y con sus gritos rompía su preciosa piel. Jugaba a ser la más alta, creía poder con todo su ser. Refrescaba cada gota del adulto en su desdicha de ser.

La risa era la mejor opción, correr era como escapar de todo, soñar era lo más bonito de su existir.


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