OJOS EN CONSERVA
Todo su cuerpo me supo delicioso hasta que probé su alma. Tenía cierto sabor a despedida que no me gustó. Acepté su invitación, a pesar de la amargura que eso podría implicar: era casado. Lo supe porque no se preocupó por ocultar su argolla. Mis papilas gustativas lo reclamaban y eran más fuertes que mi...