En busca de la felicidad

En busca de la felicidad

¿Alcanzar la felicidad es en si un reto de superación personal? Yo creo que sí. Vaya si lo es. Un reto enorme para quizá un momento efímero en el día a día.

Hace tiempo ya, realmente más del que me gustaría recordar, estábamos hablando un grupo de amigos sobre la eterna búsqueda de la felicidad. En aquellos momentos solo yo afirmé que me sentía plenamente feliz. Mis argumentos fueron, que tocaba con el grupo que quería, salía con la chica que me gustaba y tenía un trabajo que no me desagradaba y encima cobraba bien. Con 24 años que contaba entonces, me parecían argumentos más que suficientes como para declararme públicamente feliz. Visto en la distancia y con la perspectiva que da la vida con el paso del tiempo, esos argumentos no dejan de parecerme un tanto pueriles.

Para bien o para mal, esa caprichosa dama que es la vida, de vez en cuando nos da una bofetada en la cara, cuando no un hostión de proporciones considerables y hace que nos planteemos muchas cosas. De puro evidente no nos damos cuenta que ciertamente son las cosas más sencillas, las que realmente nos hacen ser felices. Convivimos con ellas, pero no nos damos cuenta. Solo nos preocupamos por tener dinero, una buena casa, conducir un automóvil mejor y más grande que el del vecino y marcharnos de vacaciones más lejos que cualquiera de nuestros amigos. Buscamos un status que muchas veces no tenemos. Ni tan siquiera necesitamos. Quizás la búsqueda de la felicidad sea una debilidad humana y realmente habría que esperar a que ella nos visite en lugar de salir a buscarla como si la pudiéramos encontrar en la estantería de un supermercado.

A nadie nos gustan los reveses que sufrimos, pero siempre podemos aprender de ellos. Yo lo estoy haciendo. Cosas que antes hacía sin prestarles la menor atención se han convertido en gestos que me producen una tremenda satisfacción. Leer un libro. Escuchar música. Ver una película con mi hija y reconocerme en su rostro cuando yo tenía su edad. El brillo de la ilusión en su mirada. Una sonrisa.

Ayer salimos a cenar mi mujer y yo, algo que hacemos a menudo, pero en esta ocasión los sentimientos eran diferentes. Lo pasamos realmente bien. Disfrutamos de buena comida, buen vino. La vi sonreír. La vi feliz, y yo me sentí feliz. Y ahí me di cuenta de que la verdadera felicidad es hacer feliz a los demás, con esas cosas sencillas que están al alcance de nuestra mano. Entender la felicidad como recompensa y no como fin. Así que no esperéis un golpe de la vida, para hacer feliz a los demás y sobre todo para daros cuenta de que esa es la verdadera felicidad. Cada persona es sus circunstancias y podrá apelar la búsqueda de la felicidad a aquello que más anhele. Yo por el momento me quedo con lo que decía el escritor George William Curtis, “La felicidad, radica ante todo, en la salud”.

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