El tercer ojo
Todo comenzó cuando dos líneas tenues, totalmente verticales, aparecieron delimitando mi entrecejo veinteañero. No treintón ni cuarentón: ¡veinteañero! Desde que tenía dieciocho, mi vista miope y astigmática me obligó a usar lentes con aumento. Con ellos, me sentía intelectual, incluso guapa; olvidarlos en casa, era un verdadero problema; de inmediato, el ceño se fruncía para...