Aceite, herrumbre y maíz.
Tenía cinco años y medio cuando mis memorias volaron con el viento que anunciaba la entrada al invierno, necesité solo media década para olvidar lo poco que amaba y todo lo maravilloso de ella. Su cabello largo, casi blanco por completo y trenzado, unas suaves manos llenas de arrugas y pequeñas manchitas cafés, pero era ese maíz...