El último bocado
Prácticamente famélico, hinqué el diente a esa comida con la avidez de un ratón hambriento. Llevaba tiempo sin alimentarme. Engullí el plato sin apenas reparar en lo que pudieran decirme los sentidos sobre el aroma o el sabor. No obstante, recuerdo que comencé a llorar de alegría al tiempo que introducía cada bocado humeante en...