Brisa artificial
Sentada junto a una estatua de bronce, deliciosamente esculpida aunque perversamente devorada por el paso del tiempo, Carla espera su momento. Hace ademán de mirar el reloj, pero recuerda a tiempo su accidentada escapada a Capri y corrige el gesto ajustándose un mechón detrás de la oreja. Delante de ella se halla la puerta blanca...