Desde el andén
Todas las mañanas cogía su pequeña mochila y la colgaba a su espalda. Esta sólo contenía un deteriorado cuaderno, un lápiz y una radio con auriculares algo estropeados. Tomaba la calle rumbo a la pequeña, pero acogedora estación, situada a unas manzanas de su casa. Una vez allí, se sentaba en el banco mas alejado...