ESTIGIA
El anciano cruzó lentamente la estación y desde el andén contempló el ocaso en el horizonte. Aquel lugar estaba desierto, desvencijado, como si estuviera abandonado. Pero él sabía perfectamente que el tren pararía allí mismo, había hecho muchas veces aquel trayecto. Así que se sentó en un banco a esperar, disfrutando de esa sensación de...