La noche de los corazones rotos.
Negros y enormes nubarrones cuál siniestros sicarios, se acercaban velozmente por el Norte. Venían enfundados en fúnebres capotes que el viento hacia sonar con acompasada monotonía. Con cada ráfaga de viento que los sacudía, semejaban lejanos tambores con sus lonjas rotas, incitándonos a luchar valientemente en pos de una guerra que no era nuestra. No era ...