Soy
un niño que escribe… Muchos están a mi alrededor, tantos, que
casi formamos un círculo cerrado.

Algunos sentados junto a mí, otros parados, o en cuclillas, pero siempre,
con toda su atención puesta; en la hoja de papel, que sobre un trozo
de madera sucia, con un pequeño carbón yo, dibujaba las letras, para que aparezca la palabra y luego una frase. 

Todos, totalmente
callados, inmóviles y con caritas de asombro, que me hacían sentir
importante.

Pero
no, no se podía, simplemente, no tenía que hacerlo.

Por
intuición, levanté la cabeza y ya a mi lado, estaban las personas
mayores, todas con igual vestimenta.

El
más joven, se puso a mi lado y junto con su mirada dulce, pero mano
firme, tomó el pequeño carbón y el sucio papel, diciéndome…

  • ¡Sabes,
    que está prohibido!… Es mi trabajo… Dijo.
  • ¡Tengo que llevarte!, y el
    resto, tienen que dispersarse inmediatamente. 
Hoy
brilla el sol, en lo alto. Una suave briza me refresca y mis rubios
cabellos al viento, ondean. 
Los
trigales en el campo, ya reverdecen; todos juntos hablan… mientras,
en un árbol, los pajaritos cantan y brincan bulliciosos.

La
mañana nace, y cierro mis ojos, soñando, que las flores se abren,
el sol ya ilumina al mundo y lo seguirá iluminando… mientras, mis
pasos, a la cámara de gas, me llevan.

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