UNA ESTERILLA DE PÚAS Y UN HERMANO
Tengo pelo de perro en las uñas y sonrisa de pez en la boca y ando con piel derretida incrustada en el reverso de mis manos. He conseguido controlar la ansiedad como un faquir, acostada sobre doscientos discos de púas de plástico pegados a una esterilla. Así me relajo, ronco, y dejo de pensar en...