Historia de esta historia: En un descubrimiento legendario supe cómo hacerle llegar un mensaje a la asombrosa mujer referida aquí. Y en otro descubrimiento, ahora el de ella misma frente a esas idénticas líneas, se deshicieron años de silencio y otros tantos de incertidumbre que solo unas vastas ensoñaciones se encargaron en su momento de apaciguar. Hoy, cabizbajo, comprendo que otras ensoñaciones todavía más profundas será todo lo que me otorgue la vida para sobrevivir el resto de mis días lejos de su eternidad morena y caderas de fuego como el cavernícola que solo hace arte rupestre apartado de un mundo que acaso vivió. Transcribo el suceso:

“Me he preguntado quién de nosotros es más valiente, si yo por atreverme a escribirte la carta pasada o tú por decidir leerla. Seguro lo has sido tú Charo porque yo solo fui una mano temblorosa abandonando un mensaje que hable por mí mientras que tú deshiciste la incógnita que encerraba sin todos esos reparos de quien escribe y enmienda y vuelve a escribir y vuelve a enmendar hasta encontrar la forma precisa en que lo escrito no le incomode a sus escrúpulos. Tú en cambio no pudiste elegir esa forma. Ni las metáforas que te nombraban. Ni los reproches que te alcanzaron. Ni el momento indiscreto en que te fue enviado. Y menos desde luego pudiste elegir a su escribidor.”

“Yo sí hice todas esas elecciones por los dos, yo estuve del lado más ancho de la carta dejándote el lado angosto de su lectura inalterable, yo pude meditarla, colocarla a solo un clic de distancia y detenerla allí mismo, expectante antes de enviártela, empequeñecido por su desafío, con la esperanza de un náufrago que arroja su botella al mar para ser descubierto, con la culpa desatándose en horror de poder herirte, con el insólito poder de torcer tus pensamientos en un breve destino, y todo eso estuvo allí suspendido en el momento previo a enviarte el mensaje, en trance de ser o dejar de ser debajo de mi índice decisor en el sutil movimiento del mouse, aplazado por su efímera voluntad, postergando la duda con cada vuelta tras vuelta del reloj. Y entonces de esta forma azarosa decidí enviarte por fin el mensaje desde el precipicio de mi empobrecida realidad en pos de ti al otro extremo donde el arcoíris pierde sus colores, pero tú Charo no tuviste todos esos sobresaltos, y por eso creo que fuiste más valiente al leerme que yo por escribirte.”

“He imaginado cómo esa línea del asunto en tu bandeja se abría paso entre toda esa soñolienta normalidad de correos con cada renglón de ellos dibujando lo cotidiano de tus días y entonces de pronto las letras de mi nombre trajeron el caos consigo. Y fue evidente al menos que en el asunto importaba más el quién lo dice en lugar de aquello que dice realmente, sea eso lo que fuere que eso signifique entre dos personas. De mi parte pocas veces o ninguna he recurrido a esa brevedad de poder resumir con mi nombre un contenido por lo que tan solo basta ese detalle para estimar el hecho singular de esa carta. Y vaya que lo fue. Me releí varias veces en días sucesivos y siempre encontraba una palabra no del todo exacta. Los despropósitos entorpeciendo las ideas con los giros extraños del avaro idioma.”

“Supongo que sería justo decir que al revisar todos sus adjetivos, puntuación y declinaciones estuve como una novia pretenciosa en su noche de bodas exasperando mi paciencia hasta el último detalle de aquellas líneas con el empeño que tus ojos contemplen lo bello sin abandonar en lo posible el grito de la sinceridad. Espero que en mis palabras tú hayas sido los pétalos de una flor y una hembra detrás de siete velos tanto como un recuerdo fatigado en la búsqueda de sus por qué. Y espero que se me haya reconocido en esas mismas palabras como tu devoto admirador al pie de todas las vanidades de tu cuerpo y como aquel insomne que evoca tu nombre en una noche dilatada. Si todo esto ha quedado revelado en esa carta anterior entonces habrá conseguido su justificación más allá del hecho accidental de no haber sido contestada porque después de todo qué es el silencio sino una pausa pudorosa con que a veces se vale un afán para contenerse.”

“Ahora caigo en la cuenta completa que esta es una carta sobre otra carta y no tiene en sí misma vida propia. Y luego la siguiente obvia constatación: para qué hacer una nueva carta de otra que no fue respondida. Si tuviera el descaro suficiente de dejar que los sentimientos hablen por mí podría decir sin más que me resisto a echarte de nuevo al olvido, pero como soy menos valeroso que eso debo inventarme una explicación que a su vez no me haga parecer el acosador en que pueda que me esté convirtiendo. Descuida Charo. Soy una persona que ama por sobre todo la libertad y mal haría en cuestionar la tuya propia. Voy a respetar tus silencios y no intentaré disuadirte. Nada diré de lo que ya dije antes acerca de querer saber de ti. Pero he pensado, con más ingenuidad que lógica, que tal vez pueda ocurrir lo inverso y seas tú quien tenga interés en saber sobre mí sin que necesites escribirme nada. Solo enterarte de lo que te diga y ya. Puede ser una diferencia innecesaria, que todo esté sobreentendido en la respuesta sin respuesta. O puede que el destino en su último recodo que tiene para nosotros nos obsequie este pequeño amuleto y a través de él y solo por él podamos seguir juntos.”

“En el enlace que puedes encontrar debajo hay una guía acerca de bloquear remitentes en Gmail. Úsalo por favor para enterarte cómo puedes hacerme saber de una manera simple que no quieres leer nada que te envíe y acaba de una buena vez con este desvarío de pretender perpetuar lo imperpetuable que yo seré un ovillo desdichado en la cama solo un momento fugaz. Me resignaré, lo prometo. Pero si no usas ese recurso me habrás dado la señal de que podré escribirte de nuevo y aunque nunca me respondas seguramente habré de encontrar el encanto de ser quien toca una melodía sobre el tejado, sin otro coro que el de una pandilla de grillos entre los tristes arbustos y las matas que porfían, y minúsculos elevaremos entonces a la altísima Luna nuestras sinrazones que nos serán devueltas en luz portentosa derramada como una piedad del cielo a sus pobres criaturas.”

“Una a una van acabándose estas líneas hacia la nada y lo cierto es que lamento no haber usado suficientes esdrújulas para que el final se aplace un poquitito más. Pero ante lo irremediable me gustaría decirte Charo que en este reencuentro, por más incompleto y breve que haya sido, te convertiste durante estos inauditos días en una presencia que no he podido eludir, ni en el ocio del mando a distancia que devela un escenario por otro en la oscilante pantalla del televisor, ni en el mendrugo de hambre que empuña un cubierto en las breves orillas de un cóncavo plato, ni en las aceras con su urbanidad extendida como una alfombra a ninguna parte donde las personas se pierden para tropezar con otras que también se perderán. Y ahora no me resta sino el retorno derrotado hacia las sombras y en las trémulas manos extendidas, con toda la sinuosa fe del invidente, sabré de nuevo que mis intentos por encontrarte se hacen vanos.”

Con afecto, Dany

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