El alarido de un reflejo
Todas las mujeres de la oficina flirteaban con Julián. Pestañeaban más de lo debido al mirarle y se tocaban el pelo cuando pasaban frente a su despacho, a lo que él respondía con sonrisas de dulce indiferencia. Era un hombre apuesto de pómulos marcados, afeitado diario y perenne pelo engominado. A pesar de su delgadez,...