Te levantas y diriges al baño, cuando abres la llave del lavamanos la sientes tibia pero no te percatas de ello, sigues muy dormida para pensar en eso, sientes un aliento en la nuca y miras al espejo y, aterrada, lo ves parado detrás de ti, quieres huir, pero no puedes ya que tú misma cerraste la puerta, gritas, pero no te salen las palabras, desesperada lloras.

Despiertas asustada con lágrimas en los ojos, no era la primera vez que soñabas lo mismo, llevas así desde el sábado pasado que te trajeron eso, ese maldito objeto.

Llegas cansada del trabajo, entras a tu cuarto te acuestas a dormir casi instantáneamente, al despertar ves un objeto que encontraste en el mercado de las pulgas, decides ir a mirar cosas en ese mercado ya que los sábados surten cosas nuevas.
Entras y te impregnas de ese olor típico de allá, una gran combinación de inciensos, cigarrillo, pomada, tierra, metal oxidado, humedad y madera en descomposición. Ya se acostumbrará mi olfato- te dices mientras sientes que tu cabeza da vueltas, de un momento a otro te sientes súper débil y un chico alto con una pañoleta naranja te sostiene, ves todo morado y de resto no recuerdas nada.

Cuando recuperas la conciencia sientes un dolor horrible en la cabeza, tardas en reaccionar y al abrir los ojos ves a una señora dándote un agua aromática, se la agradeces y sientes como va disminuyendo tu dolor de cabeza, intentas recordar algo antes de perder el conocimiento y ves a ese chico alto, se parecía tanto a… No, no pudo haber sido él.

  • – ¡Niña, niña! – escuchas a lo lejos, diriges tu mirada a donde escuchas la voz y le sonríes
  • – Te desmayaste, veras yo me encontraba sentada arreglando mi mercancía que, aunque no parezca nosotros lo hacemos – lanza una carcajada – entonces te vi un poco mareada, parecía que te ibas a desmayar así que entre mi esposo y yo te ayudamos y trajimos hasta acá. – Diriges tu mirada a su esposo un hombre mayor con barba y bajito. -Vamos chica, que te paso, te veo acá todos los sábados, parece que estas mal lo mejor será que vayas a casa.
  • – Gracias señora por todo, que pena la molestia.

Ya te encontrabas de pie, dispuesta a salir cuando viste un tocador bellísimo hecho de madera, en los alrededores del espejo se veía la madera tallada a mano formando una flor con hojas a los lados. Muy económico, te quedaste admirándolo mientras la señora de sonreía.

  • -¿Hermoso no crees?

La miraste y asentiste – es bellísimo- fue lo único que lograste decir ante tal maravilla

  • -Bueno, que pena, pero no traigo dinero, mejor me retiro ¡Muchas gracias por todo!

Cuando te dirigías a tu casa pensaste en ese chico alto, pero la señora había dicho que quien te ayudo fue su esposo y ella, esa señora tenía razón, tú vas allá constantemente y no te afectan tanto los olores. De un momento a otro sentiste como si se te parara el corazón, la señora dijo que te había visto antes, pero… Tu a ella ni la conocías además ¿desde cuándo te desmayas? si ya te acostumbraste a esos olores. Se te ponen los pelos de punta y buscas alguna explicación, al llegar a tu casa olvidas todo el tema y te recuestas.

¿Qué sucede?

Dos horas después ya has olvidado el tema, te levantas, escuchas el timbre, abres la puerta con cierta torpeza ya que la llave no quería entrar en la cerradura, al ver hacia afuera encuentras ese tocador tan bello de esa mañana, lo traía un señor de baja estatura con barba. No era la primera vez que llegaba un encargo a tu casa y te alegras de esa compra, le abres la puerta, lo instalas. Recuerdas que nunca le pagaste al señor, buscas tu bolso para pagarle, abres la ventana para buscarle, pero no lo encuentras por ningún lado y, peor aún la puerta estaba cerrada con llave tal y como la habías dejado antes de abrirle la puerta a ese señor.

Decides aclarar tus ideas en cama, pero te sientes observada así que sales a dar una vuelta al parque.

Al regresar ya era de noche, entras a la cocina y haces una “ensalada de frutas”, mientras trozabas la papaya escuchas unos ruidos en tu cuarto, te asustas, pero piensas que es el gato pero algo dentro de ti decía que esto estaba siendo muy extraño y te decía que corrías peligro.
Comes con algo de nervios, buscas algo de compañía y encuentras a tu gato pero el tenia las patas quietas y ocupaba todo el sillón, analizas con impaciencia y no ves su respiración, tu pulso se acelera y de un momento a otro escuchas un grito de una mujer pero te relajas al sientes tu garganta vibrar, ¡Qué miedo tienes!.

¡Más pesadillas!

Ya han pasado varios días desde que trajeron ese espejo y tienes la misma pesadilla de siempre así que decides devolverlo, además le sientes un aspecto terrorífico, buscas en tu desordenado cajón la tarjeta de un camión para devolverlo.

Al abrir el cajón encuentras papeles, facturas, el control que dabas por perdido, alfileres, llaveros ¡Mejor dicho eso es un desastre!

Buscando esa tarjeta, estas 80% segura de que esta en ese cajón, con la mano llegas al fondo del mismo y sientes como si te chuzaran con un alfiler, sacas la mano rápidamente lo que hace que te rasguñes, vuelves a meter la mano para saber qué fue lo que te ocasiono el rasguño y encuentras un hermoso candelabro, es de color dorado el cual tiene una forma peculiar, como una clase de ovalo, a los alrededores divisas esas rocas color rojo brillantes, ves una especie de vasito en el centro para colocar la vela. Al verlo tu corazón se acelera y sientes como se forma una lagrima en tu ojo derecho.

Recuerdas aquella época cuando te gustaba tanto el fuego, al verlo había dentro de ti una sensación indescriptible, una especie de calma, tranquilidad y seguridad. Prendías una vela todas las noches. Tu hermano mayor al ver tu afición te regalo ese candelabro, estaban pasando una situación económicamente mala y el con tu padre eran quienes traían el sustento económico, tu solo tenías 9 años cuando tu padre murió y todo empeoro, la responsabilidad cayó en manos de tu hermano mayor. El día del hombre, con tu madre estuvieron arreglando todo el día la casa para cuando llegase el. Tenían la cena preparada y los platos puestos. Generalmente llegaba a ver el reallity de la televisión, pero tardo más de lo debido, a veces le sucedía eso, tu madre se fue a acostar ya que estaba cansada, tu no probaste nada de tu comida hasta que el llegara, esperaste hasta la madrugada su llegada, al despertar estabas acostada sobre la mesa con la comida servida y las flores en frente tuyo, te preparaste la lonchera e hiciste el desayuno, tu madre ya estaba trabajando, en todo el día no hablaste ni comiste y, al salir llegaste a la casa corriendo y gritando el nombre de tu hermano con la esperanza de volverle a ver, esa noche también te trasnochaste esperándole y junto a su plato servido. Nunca volvió a la casa.

Un día cualquiera llego el bienestar familiar a tu casa diciendo que supuestamente la habían encontrado muerta y por ende te llevaron. Tu ultima sonrisa de verdad fue el día anterior a la ida de tu hermano, cuando te dio ese candelabro. Desde ese día le tienes rencor.

Al salir de tus pensamientos notas todo lo que lloraste recordando a ese tonto que se fue sin pensar en ti, y tú que lo querías tanto. Olvidas tu objetivo de buscar la tarjeta, buscas una vela y frente a ese bello espejo la prendes mientras tienes la cara llena de lágrimas. Levantas la mirada y te miras en el espejo, pero no te ves a ti, ves a un chico alto con una pañoleta naranja, es el recuerdo que tienes de tu hermano, te sonríe y ves sus ojos vidriosos luego desaparece. Sientes una felicidad agridulce, lo extrañas y amas demasiado, olvidas el rencor y sonríes. Pero ves un gran parecido en tu hermano y ese tipo de las pesadillas que se aparece en tu baño. Sientes miedo y amor al tiempo.

Cambio de opinión

Esa noche vuelves a tener la iniciativa de prender la vela por las noches, tienes la esperanza de calmar tus miedos.

Respiras el aire cálido de la vela y vuelves a sentirte segura. Pones la vela frente al espejo y admiras tu cuarto. Ya no tienes miedo.

Te miras en el tocador y ves como por efecto de la luz se ve más grande y terrorífico ese espejo. Aun así, no tienes miedo. Ves una pañoleta naranja en el espejo y entiendes que no tienes opción, debes dejar de huir y afrontar tu destino, sonríes al ver a tu hermano, él te abraza, quieres gritarle, pero solo te salen lágrimas.

  • -Tuve que desaparecer, en el trabajo me amenazaban, me pedían una gran suma de dinero, pero tú sabes que no la tenía entonces- en ese momento se atacó a llorar – Jamás pensé que iban a asesinar a nuestra madre, siempre pensé que si me iba estarían seguras y no fue así, lo siento, soy culpable de todo esto.
  • -Si papá no hubiera muerto no hubieras pasado por esta situación, lo siento por haberte juzgado mal. -Es lo único que se te ocurre decir.
  • -Ese maldito infeliz, como me caía tan mal, me alegra que ahora este en esa tumba. – los sueños a veces son de cosas que nos ocurrieron de chicos, a lo mejor ese infeliz te hizo eso cuando eras pequeña y por eso lo recuerdas ahora de grande.
  • – Pero… Yo nunca soñé con el antes. – Preguntas algo intrigada y sin poder creer que ese era tu padre, no recuerdas nada.
  • – Puede, pero cuando estabas en el mercado de las pulgas yo te vi caer, un señor mayor te ayudo, pero yo estaba mirándote, perdiste la conciencia por que así lo quise yo para que me pudieras ver, aunque fuese en “sueños”. Luego supuse que te gustaría ese espejo, y sabía que el mismo era la única forma de comunicarme contigo, por eso ese señor te trajo hasta él. Tú, una compradora impulsiva sin saberlo lo habías comprado. Desde el té intentaba contactar, pero solo podía verte de noche o con la luz de la vela, fui muy afortunado con que encontraras ese candelabro, la suerte jugó de mi lado. El caso es que al verme recordaste tu niñez y con ella todo lo que el infeliz ese te hizo. – Te cuesta procesar toda esa información y al fin logran salir de tu boca estas palabras
  • -Pero… ¿Por qué tanto esmero en encontrarme?
  • -Me sentía muy culpable a pesar de haber hecho bien al irme, te quiero hermanita, sigue así de fuerte, ahora te dejare donde te encontré.

En ese momento saco una foto de su bolsillo y la extendió para que la vieses bien, Tú asustada lo miras con una gran intriga, ese de la foto es el mismo de tus pesadillas… Tu padre.

En ese momento empezaba a surgir una luz de arriba que le apuntaba el cuerpo y hacia que desapareciera poco a poco, decides correr a abrazarle, al poner tus brazos en su espalda sientes algo duro enterrado en la misma y alrededor carne. Era un disparo.

Quizá estuviste en un sitio sin presión ni gravedad, al llegar a la tierra (por así decirlo) te empezó un dolor horrible de cabeza, y una señora te estaba ofreciendo un agua aromática de flor de Jamaica, su favorita. Vuelves al mercado de las pulgas con esos olores, tienes una bolsa y dentro de ella se encuentra un objeto dorado con rocas rojas.

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