La hermana mayor
Ana tenía doce años cuando descubrió que podía evitar el dolor. Sucedió sin querer, una calurosa tarde de mayo mientras jugaba con sus hermanos. Ellos, como todos los niños de ocho y diez años, eran unos brutos, y solo querían jugar a luchar con espadas. Espadas que, aunque de madera y casi podridas por dentro,...