No es oro todo lo que reluce

No es oro todo lo que reluce

Con respeto a todas las personas que se vieron implicadas en este suceso. Algunos de los personajes mencionados están basados en personas reales, se han modificado sus nombres por respeto a los mismos.

Cuaderno de bitácora del séptimo oficial al mando Dewey Carrison.

5 de abril de 1912

Acaban de traernos los barcos nuevecitos, todos estábamos muy emocionados por ver cómo había quedado el resultado final y si se parecía al diseño de plastilina que Hiveson había hecho meses atrás. Los constructores decidieron darnos una sorpresa y terminarlos veinte días después de la fecha límite. ¡Qué detalle!

Inicialmente fuimos asignados al Olympic, pero el capitán Lehanne decidió, tras inspeccionarlo minuciosamente y encontrar que el barco no había sido envuelto correctamente en papel de estraza, que fuésemos reasignados. De ese modo quedamos a cargo del RMS Titanic, el barco de pasajeros más grande y lujoso del mundo jamás construido.

A continuación adjunto la lista de oficiales que hemos sido asignados a bordo del Titanic:

-Capitán – Edward Lehanne (es su último viaje, dice que va a jubilarse, ya era hora).

-Jefe de oficiales – Thomas Shannon.

-Primer oficial – William Moore (originalmente asignado como jefe de oficiales, pero degradado por Lehanne al decirle a éste que su bigote era anormal)

-Segundo oficial – Charles Darwer

-Tercer oficial – Ernest Ronald

-Cuarto Oficial – Joseph Neville

-Quinto oficial – Harold Hathison

-Sexto oficial – James Cooper (guarda alitas de pollo debajo del colchón).

-Séptimo oficial (yo) – Dewey Carrison

Todos los oficiales nos hemos puesto de acuerdo para llevar a cabo un cuaderno de bitácora y al final de la travesía compararlos para ver si hemos coincidido.

10 de abril

¡Allá vamos! El Titanic acaba de zarpar rumbo Nueva York. Algunas personas se han visto obligadas a quedarse en tierra al llegar tarde, nos lanzaban zapatos y fruta podrida desde la calle. A Darwer le han alcanzado con un melón en la cabeza y ahora está en la enfermería. El médico ha dicho que puede considerarse afortunado, el melón no tenía pepitas.

Al salir del muelle casi chocamos con los imbéciles del New York que estaban atracados cerca, por lo visto no ataron bien el barco, pero ellos dicen que la estela del Titanic ha hecho soltarse las amarras y casi chocamos. Hemos tenido que salir todos a empujar mientras el Capitán Lehanne da órdenes a diestro y siniestro como si dirigiese una orquesta, ha arrancado un trozo de periscopio y lo usa a modo de batuta. Lo raro no es de dónde ha sacado la batuta, sino de dónde leches ha sacado un periscopio de un transatlántico.

Me di una vuelta por la cubierta superior y me percaté de los botes salvavidas. En los laterales ponía “úsese sólo en caso de urgente necesidad”, lo que tenía cierto sentido. Pero tras contar el número de personas que cabía en un bote, hacer una relación con el número de pasajeros y estar media hora echando cuentas con los dedos, llegué a la conclusión de que sólo podrían salvarse aproximadamente la mitad de los pasajeros. Esto me hizo reflexionar y preocuparme. Nuestro protocolo de salvamento en caso de evacuación es “mujeres y niños primero”, así que me estoy afeitando las piernas en este mismo momento y le he pedido un vestido a la señora Sneebly de la 223.

En cuanto al lujo y la elegancia tampoco tenemos rival. Las habitaciones cuentan con decoraciones de estilos clásicos como el Imperio, Regencia, y azulejos de Luis XIV, Luis XV, Luis XVI, entre otros. Luis XV nos ha demandado y exigido bajo amenazas que le devolvamos los azulejos, los otros Luises no se han quejado, o bien no se han percatado o no sospechan que fuéramos nosotros los que les robamos.

Asimismo, está equipado con una sala de recepción, piscina interior, un gimnasio, cancha de squash (de hierba y de agua), baño turco, dos bibliotecas (de hierba y de agua) y también tres ascensores para la primera clase, que suben y bajan, y uno para la segunda clase, que sólo baja.

11 de abril

Hemos parado en Queenstown donde, además de meter más pasajeros, hemos recogido el correo. Darwer casi se ha recuperado, y me ha mandado a pegar sellos con la lengua en todos los paquetes, Neville y Hathison me hacen compañía a pesar de que son poco habladores, se limitan a hacerse señales con los ojos para comunicarse y burlarse de mí.

12 de abril

Anoche surgió la hecatombe, mientras todos cenábamos en el salón principal. A mitad de la velada, y sin que nadie pudiese preverlo, nos quedamos sin hielo. Rápidamente Ronald y Darwer corrieron a la cocina a por más, pero también allí se había acabado. El Capitán Lehanne corría de un lado a otro dando órdenes a los asistentes con la copa de champagne en la mano y salpicando a todo el mundo. Neville y Hathison sucumbieron al pánico y comenzaron a pestañearse entre ellos con mucha rapidez como dos epilépticos. Cooper corrió a su habitación a proteger sus alitas de pollo.

Por mi parte, debo decir que me mantuve sereno y en posición de alerta todo el rato. Corrí raudo y veloz a la sala de mantenimiento del segundo piso en busca de un martillo. Mientras volvía, no pude evitar pararme ante la puerta abierta de una habitación en la que había luz dentro. Un tipejo con aspecto desaliñado estaba pintando a carboncillo a una atractiva chica, la cual estaba completamente desnuda con un medallón colgado al cuello. La gente cada vez se estaba volviendo más asquerosa. No entendía cómo era posible que estuviese sucediendo tal falta de decoro mientras todo el mundo cenaba tranquilamente. Con mi deber de oficial me vi obligado a enmendar tal acción. Entré en la habitación, agarré al chico por el cuello de la camisa, cogí el carboncillo y lo partí delante de sus narices mientras él me miraba asustado y la chica intentaba taparse como podía. Inspeccioné en mi chaqueta y le di un lápiz mientras le explicaba que el carboncillo lo ensuciaba todo.

De vuelta en el comedor, me abalancé sobre la estatua de hielo de la mesa del centro, y la emprendí a martillazos con ella mientras me imaginaba que golpeaba al bastardo de Luis XV por ponernos la demanda, el cual a su vez golpeaba a Boggart, el cual a su vez golpeaba a Lehanne porque había chupado una de sus alitas de pollo.

Finalmente conseguí llenar diez cubiteras, lo que dejaba saldado el desastre con total éxito por mi parte.

13 de abril

¡Hay que fastidiarse! Anoche nos quedamos sin hielo y hoy hemos recibido por telegrafía informes de avistamientos de bloques de hielo, montones y montones de bloques de hielo.

El Capitán está de tan mal humor que ha dicho que si alguien le molesta le arroja por la borda. Así que a efectos prácticos las quejas van a Moore. Preguntamos qué protocolo debemos seguir y las órdenes han sido: “¡Cortad el cable del maldito telégrafo! Y a ver si podemos evitar esos “pegotones de hielo”.”

Así que Neville ha cogido las tijeras de podar y ha cortado el cable, mientras le daba la forma de un caniche pekinés.

Lehanne ha ordenado doblar las guardias en los mástiles. Antes sólo había un hombre por mástil, aahora hay dos y se dedican a jugar a las cartas.

Para calmar un poco los nervios me he dado una vuelta por la cubierta superior, que casi siempre suele estar vacía. En el extremo de la cubierta el chico mal vestido de anoche estaba sujetando a la chica en la barandilla, debía haber resbalado y estar a punto de caerse porque intentaba mantener el equilibrio con los brazos abiertos. Corrí lo más rápido que pude para ayudar, pero el suelo estaba tan húmero por el frío que hacía que cuando eché a correr no pude parar, me resbalé y acabé empujando al chico por la espalda, el cual a su vez perdió el equilibrio y soltó a la chica, que acabó estampada en la cubierta del primer piso. Por si las moscas hoy voy a pasar el resto del día encerrado en mi camarote.

14 de abril

El telégrafo sigue sin funcionar a pesar de haberlo reparado con celo, así que estamos incomunicados. Lehanne se ha ido a dormir, al igual que Darwer, que Hathison y que Ronald.

Moore, que estaba a cargo, ha ordenado que cierren todas las claraboyas del escotillón superior de sector del castillo de proa para no entorpecer la visión de los vigías apostados, que estaban teniendo ciertas dificultades. Ahora han pasado de “no ver nada” a “ver borrosa una mancha gris allí al final”.

El vigía borracho ese de Frederick Fleet ha visto un iceberg a menos de 500 metros. El muy inútil tiene varias dioptrías y dice que “creía que era una mota en las gafas”. Los otros vigías estaban jugando al bacará y apostando cigarrillos. Moore ha sacado el metro y ha tomado las medidas necesarias para intentar evitar la colisión del Titanic con el iceberg. Primero ha girado el timón todo a babor, seguidamente todo marcha atrás, pero se le ha olvidado regular el retrovisor y poner el intermitente y nos precipitamos a lo inevitable.

Todo estaba en silencio, y de repente un gran ruido chirriante y el desplazamiento del barco. Cooper suelta una parida diciendo que lo siente, que son gases. El Titanic ha sido sentenciado. Luis XV, chivato.

Nos hemos visto obligados a llamar a Lehanne, que ha venido corriendo al puente de mando en ridículo traje de pijama, zapatilla en mano y gritando:

“¿Quién leches ha sido? Que no se os puede dejar nada, todo lo rompéis”

Me quité de en medio por si acaso, pero todos señalaron a Moore. Lehanne se lió a zapatillazos con él mientras intenta enmendar la catástrofe.

Phillips, el primer oficial de radio, ha recibido la orden de enviar telegramas pidiendo auxilio. El primero que ha mandado es: “CQD CQD CQD de MGY MGY MGY posición 41.44 N 50.24 W”. No soy experto en telegramas, pero creo entender que CQD viene a ser “Colega Qué Desastre” y que MGY significa “Me Ganas Ya”, por lo que deduzco que los responsables del telégrafo habían estado apostando contra los del Olympic sobre cuál de los dos llegaría primero a su destino.

La proa se ha perdido en el fondo de la mar, totalmente sumergida, y el barco está prácticamente dividido en dos. No creo que el seguro cubra esto. Hemos tenido que abandonar a Lehanne en el puente de mando. Se le había enganchado un botón del pijama en el timón y no ha habido manera de soltarlo ni de quitarle la manga, así que nos hemos despedido de él y esperamos poder mandarle una postal pronto. He perdido al resto de los chicos y solo me acompaña Shannon, que al verse al fin recompensado con el puesto de Capitán ha implantado su primera orden, se ha ido para los de la orquesta, que ya estaban recogiendo y les ha dicho que si no tocan hasta el final, no cobran.

Shannon se ha perdido por el camino. He conseguido llegar a un bote salvavidas y ponerme a salvo junto a otras personas. Por desgracia para mí, resulta que el tonto de Frederick dirige el bote y ya hemos chocado contra tres botes más tirándolos a todos al agua, así que los hemos recogido y subido al nuestro, vamos un poco apretados.

Hemos pasado por unos restos del barco donde, qué casualidad, estaban de nuevo la chica y el chico tan majos. El pobre chico tiritaba, sumergido en el agua casi a cuerpo completo, mientras la chica, subida en una tabla flote le daba patadas para que se hundiese. Esto es un infierno, no se ve absolutamente nada ni a nadie. Estoy deseando encontrar a los chicos y comparar los cuadernos. ¡Qué ilusión!

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