Su vida por la tuya
Apreté aun más la daga entre mi mano. No podía. Mirar a la pared, ver todos esos nombres, esas frases que yo había escrito por cada vida arrebatada. Volví la mirada a Yago, quien, al igual que yo, sostenía una daga en la mano. Su empuñadura era negra con unos símbolos que nunca nos había...