«LLEGÓÓ EL AFILADOR», ÉL GRITABA
Hágame caso, mi comandante. Ninguna de estas gentes podrá explicarle lo que pasó. Ya sabe que los chismosos se asoman hasta que pasan las desgracias, y nomás se dedican a esparcir rumores que no ayudan a nadie. Ni siquiera la abuela sabrá darle razón. Fíjese. Ahí sigue tumbada, toda ida, con los ojos cerrados y...