El exilio ya había comenzado
Día 2: Aún no sabía qué hacer, ni a qué hora despertarse, aunque de todos modos, era algo que daba igual, cuando el sol sale por esa colina que ves por allí, un bocado de luz entre anaranjada y rojiza se apoderaba de toda la habitación y no tenía más remedio que despertarse. Para sentarse...