Inocentemente
Recuerdo cómo, inocentemente y con un corazón tan inflado que estiraba los músculos de mi cara formando la mayor sonrisa que una estudiante podía tener un lunes por la mañana, iba caminando de vuelta a casa, ya bajada la cuesta donde nos dejaba el autobús cada día. Llevaba ambas manos agarradas a las asas de...