Calle Olvidada
Parecía que las clases no iban a comenzar nunca. Mis padres añadieron a sus discusiones matutinas un nuevo ingrediente: el colegio. Cuando lo nombraban, sentía como a mi madre le subía el monstruo de la rabia por el estómago y le salía fuego por la boca como a un dragón. Yo me divertía en casa...