Donde importan las palabras
Un día cualquiera inicié este viaje. Tímidamente, saludé y entré cargada con una vida de palabras escritas que nadie había podido leer. Me senté en un rincón. Ella apareció y todos la conocían. Se acercó, me saludó y dijo «a comenzar». Alguien con voz suave se puso a leer y guardaron silencio. El relato concluyó...