DESTINO
Esa montaña de oro que llevas como cabellera fue testigo de la cara desordenada que poseía cuando nos dijimos adiós. Ahora zarpo y me convierto en una estrella desprendiéndose del apocalipsis inminente, y solo volveremos cuando el universo y nuestras mentes llena de recuerdos de la luciérnaga siamesa que fuimos en este mundo oscuro concuerden en que...