¿Olvidar donde te enamoras?
No puede recordar, salvo… —Subido al tractor, la vi contoneándose, cesta a la cabeza. No apartó la mejilla, sucia de campo. Unos agarrados en la nocturna verbena eran ya garantía amorosa. — Su cabeza ida narra con detalle a la única que permaneció: —Se sentaban juntas, a sus cosas, risas vergonzosas. Los abanicos aliviaban sol...