Un aroma a juego sobrevuela mi recuerdo, en donde las canicas eran las protagonistas, el cenao(juego de canicas) nos aportaba la emoción de cada tarde.

Sigo escuchando los gritos de alegría al salir de clase para acariciar aquellos bocadillos que con el último bocado desembocábamos en las eras que rodeaban mi pueblo natal, para que con dos piedras y nuestra imaginación construyéramos las porterías portátiles mas ligeras de la historia, el balón era de aquellos de cuero con un fuerte olor a manteca para proteger el cordaje. Todos tras él con las endorfinas mezcladas en sudor y digestión de aquel delicioso bocadillo , la mayoría de las veces de tomate frito concentrado y totalmente artesano, no había nada como ese premio al salir de la escuela que a veces venía precedida de algún que otro castigo pues antes se prodigaban más.

Después de perseguir la pelota nos esperaba el zompo, los cromos y el churro va.

Recuerdo que en cada puerta en cada esquina siempre había un vecino que se asomaba e incluso algún curioso a ver como se nos daban estos juegos, ese zompo de madera que chifraba rozando nuestras botas llenas de barro castigadas por el futbol de las eras.

Por la noche y sobretodo en verano jugábamos al pañuelo , y a los policías y ladrones. Cuando ponían las mesas de los aperitivos nos escondiamos entre ellas con la sorpresa de la gente . Todo vibraba la energía de vida rural en su pleno apogeo te traspasaba cada poro, el placer de la despreocupación se apoderaba de todo tu ser y supongo que es lo mas parecido a la felicidad que he experimentado jamás, hubiera querido ser mas consciente de esos momentos, con un escenario de casas llenas de vida y esperanza.

Han pasado mas de 30 años de aquellas experiencias, y ahora los fantasmas del ayer se posan sobre mí, los recuerdos de la infancia me traen aromas y matices que mi corazón se ve sobrecogido ante ellos. Ahora muchas casas que fueron testigo directo de aquellos momentos, se encuentran vacías, deshabitadas, muchos compañeros de juegos de la infancia se fueron para perder su inocencia en otros lugares mas poblados , en las ciudades en donde a veces te sientes solo entre la multitud. Yo por circunstancias he vuelto a mi pueblo, pues un día también tuve que marchar y me he encontrado casas huecas, solo se escucha el sonido del ayer. La emigración y el cementerio ocuparon su lugar . Vago por la soledad de mi casa que un día estuvo ocupada por mi gran familia y solo los recuerdos sordos mostrado en fotografías toman vida para acompañarme y sentirme mas acompañado que nunca.

Aún así y pese a todo, amo a mi pueblo , adoro mis raíces y ya no veo las casas huecas, veo un trocito de mi alma en ellas cada vez que paseo por sus calles que se alegran de verme pues en cada metro hay un trocito de felicidad.

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