El estofado
El dedo de Daniel se quedó suspendido en el aire, como congelado en el frío de la mañana. —¿Qué pasa, que se te ha olvidado el piso en el que viven tus padres? —bromeó Carolina. —No, qué va —sonrió Daniel. Su dedo avanzó unos centímetros más y pulsó el timbre. Lo hizo con un toque...