Una amante sin cabeza
Mi amante tiene el rostro oscuro y los ojos azules, como un par de bolitas de arándanos. Cierra los párpados durante unos segundos y, a continuación, los levanta para clavar sus pupilas en mí. Las siento como dos soldados yanquis al asalto. Esa mirada preludia una lluvia de besos. Me fascina su cabecita. En especial,...