Enemigos del hombre
La voz de la profesora se alzó sobre el murmullo de los lapiceros. Los alumnos, la mayoría de ellos, dejaron de escribir. Algunos rezagados continuaron garabateando frenéticamente, como peces boqueando desesperados por respirar al ser arrebatados del río, hasta que la maestra volvió a ordenar que el tiempo se había agotado. Lucas, sentado al final...