Soledad, el gran espectáculo de Don Fabulo
Sofía, mirando al piso y cubriéndose con ambas manos, pidió un milhojas y un postre de milo. Frecuentaba el café de don Humberto todas las tardes desde hace un año y a su corta edad ya era algo sagrado para ella. Ese día, en parte por costumbre y en parte por el desatino del almuerzo,...