El Ángel que me Guarda.
El teleférico de su corazón le llevó a su sonrisa. Una sonrisa agrietada, desesperanzada, olvidada que, deshecha, deseaba volverse a dibujar en un rostro marcado por las lágrimas que corrían y desaparecían por su cara arrugada. Sus manos ásperas rozaron su piel joven y libre de cicatrices, de pasado. La risa de aquel bebé resonó...