La dulce bestia de mis pesadillas
El tren disminuyó su velocidad, aceleró, volvió a ir lento, luego de prisa otra vez. Al fin se detuvo. Un montón de gente saltó desde el techo, ocultándose hasta por debajo de las piedras. Camila miró a su padre, que con rostro cansado y pocas energías, saltaba del vagón. Cuando Rommel cayó, sintió un dolor...