LA SEÑORITA WALDA
Caminé desde mi casa,entrando al pasaje que conectaba la plaza, sólo por pasear a Fiona, mi perra. Era invierno, recién la oscuridad abrazaba la plaza, en medio del silencio y el frío la acompañaba. Silenciosamente, surgió una anciana que no conocía. Era bajita, vestía un abrigo degastado. Tenía la espalda levemente encorvada. -¿Es su perrita?....