Callecita La Perla
Es muy poco lo que queda de la auténtica Picasa. Aquellas solitarias mañanas de verano en las que don Emiliano silbaba tranquilo por la costanera y las olas se deshacían contra las rocas en un espectáculo de danza sin testigos. Los niños remontaban barriletes y las parejas se deleitaban frente al atardecer. Nos llamábamos por...