Abasolo 849
El día que nos mudamos de Abasolo, nos fuimos y ya. Cuando abandonamos definitivamente la casa, la camioneta de mi tío saliendo repleta de nuestra cochera y regresando vacía las tardes anteriores, había confirmado para entonces las sospechas de las miradas insistentes. No le dijimos «adiós» a nadie y nadie preguntó por nuestra partida a...