Libre al fin
Cuando arribé al aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México, ya me estaban esperando. Eran seis. Todos vestían de civil. Después de pasar aduana, corrieron a mi encuentro. Uno de ellos, quien aparentaba ser el jefe, me tomó del brazo con una mano mientras con la otra me mostraba su “charola”. —Comandante Vargas, PGR....