Mi trozo de madera
Camino descalza por la playa de Papanoa. A mi lado va él, mi padre, callado y pensativo, con la mirada perdida en la lejanía. Guapo, de porte altivo, cabello rizado y piel morena. A mis trece años y a sus 47 nunca había estado a solas con él. Me pregunta con tono indiferente si me...