LA NIÑEZ
Nuestra casa, la de mi bisabuela Manuela, era bella, de bareque, y patio, habían matas, el palo de brevas, el palo de badea injertado con maracuyá, habían flores, esa enredadera que daba flores amarillas, tan comunes en algunas partes sobre todo en tierra caliente, y que nunca supe cómo se llamaba, algunas veraneras, el zapatico...