América siempre ha estado allí y nadie la ha visto. Concebida sin notarse, sin querer que fuera ella. Más bien el deseo de su padre, de esculpir el otro género, ningunea su existencia.

Para él hubo solución posterior. El deseo se manifiesta. Sin embargo, en América ahonda cada vez más ese sufrimiento que construye surcos y que, en su empeño de ser ocupa, hace al corazón abrupto. Le tocó ser la del medio.

Muestras de cariño por deber moral. Intentos de algún beneficio que acompañan a su infancia y adolescencia. El preaviso de su hermana le sirvió de mucho.

Muchas veces, observó América la palabra FAMILIA. Jugaba con las consonantes. En su adolescencia, ella las conjugaba. A los “lazos” los convirtió en “libres” y a la “fortuna” en “felicidad”. Con la “m” fue más difícil. Era como muda. Era como su madre, que nunca habló.

Pero, ¿por qué para su padre era malo ser Libre? ¿Por qué una mujer libre era cosa mala y para que él fuera feliz, tenía que quedarse ciega ella?

Y, ahora, cuando la silla invita al “2”, América se siente extranjera del mundo. Los pilares que la sostenían eran falsos y quiere algo nuevo. Es hora de permitírselo. Han ocupado sus años de vida el deseo de agradar…. ¡qué falsa caridad!, haciendo lo que su familia quiere, así no disgusta.

El sigiloso miedo la invade y le impide ser libre. ¿Hasta cuándo duraría esto? Ha llegado a saborear el néctar de la Felicidad en otro paraíso y no piensa darle la espalda.

Los perjuicios, los prejuicios justificando a un desarmado desalmado, a alguien que en el fondo tiene miedo. Esa “m” que lo jode todo, hace escabroso el camino que une a las otras dos consonantes. Si se estirara… Si quedara recta…La Felicidad vería llanamente a la Libertad y sería auténtica.

Pero ella puede elegir….Elegir no llevar la «m» a cuestas o llevarla en el medio de otra palabra.
Entonces, eslabones derretidos de perdón pasan por su cabeza y sentimientos de valentía inundan su corazón descorchando aMor.

América desenchufa el aparato y, mientras se disipan los vapores, se dice: Ha llegado el momento de planchar.

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