CON P DE PEZ
Como cada mañana, Esteban preparaba su ritual: recogía sus cartones, los juntaba y doblaba con la misma dedicación con la que mi madre plegaba las sábanas de mi cama, después se cuadraba los calcetines estirándolos con una fuerza que no se correspondía con su aspecto apagado y debilucho y alisaba sus barbas blancas mientras miraba...