Congo
Me molestaba. No podía con él. Sería su peso o su sonido metálico al golpear la mesa. Era un incordio. No sé qué debe pensar Ana de todo esto. Que me lo merezco supongo. Doscientos cincuenta euros a la basura. ¿Cuántas veces habré llamado al dichoso restaurante para ver si estaba allí? ¿Seis? ¿Ocho? Me...