«Laus obscuritatis de veritatis luce» de Dadirucso Persarum
¡Divina claridad! ¿Quién eres que por doquier se te busca y espera? ¡Oh, divina claridad! Será prudente encomendarme a ti. Sea mi discurso a ti ajustado. Convenga en ti mi decir. Es bien sabido, lo dijo el maestro, que los discursos están emparentados con aquellas cosas que explican. ¡Te valga esto como súplica, oh luz!...