LA CIUDAD DE LA TRISTEZA
—Buenos día, Alba, es hora de levantarse. Sabes que eres la única responsable de tu destino y de tu felicidad, ¿verdad? —La voz metálica de Leia, el sistema domótico instalado en su casa, le acababa de anunciar que estaba ante un nuevo día de trabajo. —Cinco minutos más, por favor —contestó Alba—, me espera una...